Recientemente se han celebrado elecciones municipales y autonómicas aquí en España. Los resultados han sido bien conocidos, colocando al PP como la primera fuerza tanto en votos, como en concejales y alcaldes. El PSOE se ha llevado el batacazo del siglo, fruto del hartazgo de la gente por tanta ambigüedad respecto a la actual crisis económica, además de la gran traición que ha sentido el electorado de izquierdas. Pero dicho esto, a nadie le ha de sorprender esta situación. Es decir, el PSOE ha estado aplicando una política económica de derechas desde que accedió al gobierno por segundo periodo en el año 2.004, aunque de igual manera lo había sido ya en el periodo de Felipe González. Esto es algo palpable, solo que ahora, ha sido incluso peor, ya que atendiendo a los intereses de los grandes poderes financieros y empresariales, ha llegado a aplicar una reducción del propio estado del bienestar siguiendo sus dictados (reducción de salarios, retraso de la edad de jubilación a los 67 años, congelación de pensiones, etc.). Sí, un gobierno que se dice socialista…
La gran cantidad de votos perdida por el PSOE han ido a parar a distintas formaciones políticas. Una parte se ha ido hacia el PP, otra parte hacia IU, y el resto hacia formaciones como UPyD, hacia Bildu en el caso de Euskadi, y otras varias. Se ha de constatar que el PP en algunas zonas también ha sufrido una pérdida de votos. En cierta manera, esto viene a constatar un cierto hartazgo de la sociedad respecto al actual sistema bipartidista, unido al hecho de una creciente corrupción, casi por cada esquina, por parte de las dos fuerzas políticas mayoritarias. Un sistema corrupto de por sí, y en decadencia, es lo que tiene.
Todo esto anterior, como una perspectiva de lo que ha sucedido aquí en España el pasado 22 de Mayo. Pero hay un fenómeno muy curioso, que es a nivel general. Un fenómeno que se está dando en toda Europa, y es el acceso, casi al mismo tiempo, de gobiernos de derechas después de un corto periodo de gobiernos de la supuesta izquierda (socialdemócratas).
En mi opinión, hay dos conclusiones que pueden extraerse de esto:
a) Después de un periodo de gobiernos conservadores, los electores se ilusionan con un cambio de gobierno. Muchos que no habían votado, lo hacen ahora por la opción socialdemócrata ilusionados y deseosos de un cambio, pensando en lo mucho que van a mejorar las cosas después de la represión de la derecha (así es como se puede definir). Otros antiguos electores que habían dado su apoyo a los conservadores, se inclinan en esta ocasión por los partidos socialdemócratas.
Después, el nuevo gobierno permanece durante una legislatura en el poder, o dos como mucho por lo general, dependiendo de si dicho gobierno se desenvuelve en un contexto económico favorable o no. Y vuelve a ganar de nuevo la opción conservadora.
b) Después de un periodo de desilusiones con los partidos teóricamente de izquierdas, los gobiernos de derechas se instalan en el poder de nuevo. Y curiosamente, da igual si se desenvuelven en un contexto económico favorable o no. La tendencia apunta para largo. Se ha visto a lo largo de la historia, y más aún recientemente, como incluso con periodos de crisis económicas y con medidas claramente impopulares, dichos gobiernos tienden a apuntalarse en el poder. El electorado no confía para nada, y pasa olímpicamente de los socialdemócratas.
Ahora bien, ¿Por qué ocurre todo esto?
No es una respuesta tan complicada como puede parecerlo. La sociedad se harta de las mentiras de una opción política que de por sí misma no es más que una gran falsedad. La historia de estos partidos está plagada de mentiras, engaños y traiciones hacia los estamentos sociales hacia los cuales pretende o dice dirigirse, y defender sus intereses. Los trabajadores y la gente con menos recursos son los que acaban sintiéndose verdaderamente engañados. Y a la hora de votar, acaban eligiendo a la derecha, ya que viendo lo visto, lo mismo les da una cosa que otra. A la hora de elegir, se prefiere la opción real u original a la opción maquillada o a la copia. Esta es una situación que se da entre muchas de las personas que se sienten de izquierdas. Se prefiere a un enemigo de cara, que a un supuesto amigo traidor y que apuñala por la espalda.
Otra pregunta interesante sería ¿Por qué el votante de izquierdas prefiere dar el voto a la derecha antes que optar por dárselo a otra formación que sea de izquierdas?
Aquí puede haber varias causas, aunque una de ellas puede ser el miedo a sentirse de nuevo traicionados después de una gran desilusión. Otra de las causas puede estar en la falta de un programa político que verdaderamente les atraiga, ilusione, y les inspire confianza, ya que muchos partidos de izquierdas llevan el lastre de no saber modernizarse para adaptarse a las exigencias modernas del electorado de izquierdas. No puede ser que una persona o votante de izquierdas vote a la derecha disponiendo de otra opción de izquierdas. Cuando esto sucede, algo falla en este sentido. Y otro motivo puede ser también la tendencia a verlo todo única y exclusivamente en torno a sólo dos opciones a elegir, las cuales son las dos fuerzas políticas mayoritarias. Esto último, por la presión y los intentos constantes de perversión y manipulación por parte de los medios de comunicación.
El sistema actual, más bien sería más correcto definirlo como un sistema que se compone de dos fuerzas mayoritarias, una de derecha pura y otra de derecha más moderada, que en la práctica, económicamente, ambas representan exactamente lo mismo. Alguien que sea de derechas nunca se sentirá traicionado con su partido, de la misma manera que soporta sin problemas a los "socialistas" (entre comillas). En cambio, alguien que sea de izquierdas vivirá disgustado con un gobierno de derechas, pero soportará mucho peor a un gobierno de esa supuesta izquierda, ya que se sentirá engañado, humillado y enormemente traicionado por aquellos que dicen representarle.
En cualquier caso y a pesar de los esfuerzos permamentes por apuntalarlo como sea, se empieza a observar una cierta tendencia al resquebrajamiento del sistema bipartidista. Y es que los peores enemigos de dicho sistema son sus propios inventores, y el propio sistema en sí. La vida misma nos enseña como los cambios constantes o periódicos son completamente necesarios e inevitables, y los estancamientos en lo mismo son inútiles, y se acaban derrumbando por su propio peso. Puede haber resistencia al cambio, que sin embargo, este acabará llegando de igual manera.
Actualmente, como he dicho, ya se empieza a ver la tendencia a romper esa visión únicamente de dos polos políticos. Por otra parte, es un sistema doblegado a otro tipo de intereses que nada tiene que ver con la realidad democrática, sino con cierta clase de poderes en la sombra (esto es, suprademocráticos, o mejor dicho, antidemocráticos) que para nada tienen que ver con la voluntad expresada por el pueblo, y los cuales manejan a la sociedad y a sus dirigentes como marionetas.
Ya se sabe cómo está montado el sistema, por quién, y para qué. Pero no obstante, ésta es una reflexión que he considerado muy interesante como para no publicarla.